jueves, 31 de octubre de 2013

lunes, 21 de octubre de 2013

viernes, 20 de septiembre de 2013

El paso a paso

Porque las cosas cuando se hacen con amor, el ingrediente principal es el cariño - ah y un poquito de whisky

viernes, 13 de septiembre de 2013

Yo y ella...



navegamos en esa pequeña embarcación que fuimos construyendo juntos. Al principio pensamos en hacer un barco más grande, un yate, un velero, un crucero, pero eso haría que estuviéremos que estar más lejos el uno del otro, uno atendiendo la cabina y el gro la sala de máquinas, de proa a popa sería mucha la distancia y tendríamos que gritarnos para poder escucharnos.Entonces nos decidimos por una embarcación más pequeña, que nos diera el espacio para entrar los dos y nos tuviéramos siempre cerca.
Como toda embarcación hay que saber dominarla, como toda embarcación tiene sus mañanas, como toda embarcación, cuando navega por aguas tranquilas es fácil llevarla pero cuando va por mar abierto y sopla el viento sur hay que saber sujetarse firme. Mentiría si no dijera que el mar bravo no da miedo, siempre esta el temor de que una furiosa ola tire a alguno de los dos por la borda o que nos hundiéramos junto con nuestra embarcación. Pero, con los años uno aprende que juntos es más fácil sobrellevar las tempestades.
Yo y ella…ella y yo, no importa el orden, lo que importa es que navegamos juntos.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario.


Durante la noche el calor invadía el cuarto, vaporoso y denso hacía que dormir fuera casi imposible. A las siete, cuando sonó el despertador viejo y destartalado, Pedro se despertó mal humorado, el reloj sonó media hora más temprano de lo que debía sonar, de mala gana se quito las sábanas que tenía pegadas al cuerpo, no entendía porque razón el despertador había sonado más temprano, no lo podía entender. Fue hasta el baño decidido a darse una ducha que lo reanimara un poco. Mientras atravesaba el living, Tobías el gato, se le atravesaba entre las piernas y le ronroneaba. Se quitó el calzoncillo, abrió la ducha con agua muy fría. El agua helada le corría por el cuerpo pero a él no le importaba, por lo menos así se despabilaría. Estuvo un largo rato bajo el agua en la salida que tenía con los muchachos ese día.
Al salir de la ducha se paró frente al espejo empañado pensado si se afeitaba o salía con el bigote desprolijo, al final, como no estaba con ánimo, solamente peinó su larga cabellera rubia.
Mientras se preparaba el desayuno Tobías no dejaba de molestarlo, se ve que él también había pasado una mala noche. Se terminó de vestir y salió por el viejo portón despintado. Tobías se lo quedo mirando a través de la ventana mientras le movía la cola y le ladraba desde adentro. Qué día loco pensó Pedro.
Mientras se dirigía al boliche, donde había quedado con sus amigos de juntarse para su salida mensual de pesca, caminaba por la vereda del lado de la sombra, porque ya el sol entraba a picar el lomo y como había salido sin gorro no quería quemarse la calvicie que ya le había ganado gran parte de su cabeza. Por suerte la noche anterior ya había dejado todos sus artes de pesca en el boliche, lo que le permitía ir tranquilo tomándose unos mates mientras saludaba amistosamente a los vecinos que se le cruzaban por el camino. Las vecinas más atrevidas comentaban lo bien que le quedaba la barba pelirroja prolijamente afeitada.
Al llegar al boliche, la vieja camioneta Chevrolet de chapa amarilla oxidada calentaba el motor esperando a los excursionistas. Felipe el dueño de la camioneta estaba adentro del boliche comiéndose un salamín que bajaba con una grapita mañanera. El resto de los muchachos terminaba de preparar cada uno sus cosas. Pedro, como hombre precavido y organizado que era, ya había dejado todo pronto.
Cuando estuvieron todos prontos fueron subiendo a la Chevrolet, si bien el viaje no iba a ser largo se prepararon una picadita de salame y queso que fueron comiendo en una improvisada mesita que hicieron con un cajón viejo de feria. El sol ya les empezaba a pegar fuerte, pero entre vino y vino sobrellevaban sin mayor complicación el calor. Cuando llegaron a destino, casi dos horas después de la partida, se bajaron de la Chevrolet todos mojados por la lluvia que no había dejado de caer desde la partida. Pedro volvió a pensar "qué día raro".
El paraje era un lindo lugar por donde corría un arroyo con una pequeña playa de arena, río abajo los árboles se colgaban sobre el agua haciendo una bóveda cerrada que no dejaba pasar casi la luz del sol. Para el otro lado del arroyo, alejado se veía un viejo puente de tren, que por el aspecto que tenía seguramente hacía muchos que no tenía tránsito alguno.
Mientras todos aprontaban sus cañas, Luis iba juntando ramas para preparar el asado del almuerzo, Luis prefería hacer de cocinero que dedicarse a la aburrida tarea de andar perturbando la vida de los peces, además él se consideraba vegetariano. 
La nieve caía perezosamente sobre el campo, cubría de un manto blanco todo alrededor y el frío penetraba la gruesa capa de ropa que tenían puesta. Pedro distraído por la pesca pensaba que algo no andaba bien. Unos niños de una escuela cercana hacían muñecos de nieve y pedían plata para el judas.
Al mediodía la pesca iba linda, José llevaba sacados tres bagres y un surubí; Felipe unas cuantas tarariras y Pedro dos conejos y cuatro pollos. El sol caía plomo sobre ellos y el calor sumado a la lucha de la pesca los tenía exhaustos. Por suerte para ellos Luis ya tenía pronto el guiso de lentejas que con mucho esmero había preparado la noche anterior. Se sentaron todos al rededor de la fogata a disfrutar del exquisito strogonoff de pollo, que devoraron rápidamente bajándolo con un vino en damajuana de dudosa procedencia. Luego de una sobremesa entre bromas se dicidierón seguir con la cacería.
A Pedro había algo que le seguía resultando extraño, a los demás nada parecía importarles, seguían como si nada jugando a los bolos. Luis en un rincón que formaban unos árboles de monte autóctono aprovechaba a tomar una siesta, hasta que un coco que cayó de una palmera casi le pega en la cabeza.
Para las seis de la tarde el granizo se hacía sentir sobre las espaldas de los hombres. Ya cansados, pero con la satisfacción de una buena pesca empezaron a juntar sus cosas. Felipe prendió la vieja Ford para que fuera calentando, José terminaba de limpiar el último de los tiburones que había pescado; José con esmero lavaba la vajilla de porcelana donde un rato antes habían tomado el té con masas y Pedro mientras guardaba meticulosamente sus cosas dentro de su mochila pensaba que algo en todo eso no cerraba.
Felipe los apuraba nervioso porque veía como el cielo se cerraba y por el horizonte se veía venir un huracán. Todos se subieron rápidamente a la camioneta antes de que el tornado los alcanzase. Felipe puso a prueba a su nueva camioneta, no quería que nada dañara a su flamante Toyota. Mientras el vehículo corría peligrosamente por los caminos de barro, los hombres adentro jugaban al truco y tomaban vino. El sol de la tardecita encandilaba a Felipe, que como podía con una mano manejaba, con la otra veía sus cartas y con la otra batía unas claras de huevo a punto de nieve. Pedro absorto miraba todo aquello y seguía sin poder entender.
Cuando llegaron por fin al boliche, todos un poco borrachos por el ron que tomaban desde la mañana, se bajaron los cinco de la camioneta cansados por la agotadora jornada de cacería. 
Pedro se despidió de sus amigos, volvió caminando por la misma calle que había transitado por la mañana, las vecinas lo saludaban con desprecio y mal humor. Al llegar a su casa, al verlo entrar, Tobías cantaba y movía las alas de alegría. Pedro seguía con esa sensación de que algo no andaba bien.
Se saco la ropa sucia, mientras dejaba correr el agua de la ducha. Luego de bañarse atravesó el living a oscuras, un aire frío corría por una ventana abierta, el único sonido que se sentía era el de Tobías correteando en rueda dentro de su jaula. Llego al cuarto, rodeo la cama, se sentó en el borde de la cama mientras miraba el despertador y seguía sin poder entender como el despertador había sonado media hora más temprano.