lunes, 24 de junio de 2013
miércoles, 19 de junio de 2013
martes, 18 de junio de 2013
lunes, 17 de junio de 2013
En el parque
Era una tarde soleada y cálida. Solo algunas nubes blancas y espumosas manchaban cada tanto la cúpula celeste. El parque con sus aromas habituales a pasto verde recién cortado y a jazmín en flor invitaban a recorrerlo. Las gerberas, violetas y hortensias teñían de color el suelo. La brisa suave hacía bailar a los sauces llorones y provocaba un sonido suave de las hojas de los jacarandases y las acacias que se mezclaba con el canto de los gorriones.
Sentado en un banco de hierro y madera lustrada Raúl haciendo tiempo mientras esperaba a Lucía, leía un libro de Vargas Llosa recorriendo las páginas metido en la historia.
Sintió entonces voces conocidas, eran unos amigos que hacia un tiempo largo no veía. Raúl al verlos llegar se incorporó, guardó el libro en su bolso de pana y los saludo afectuosamente. Pronto la charla se animo contándose viejas historias, tal vez fue por eso que no se percato al principio de un leve hormigueo que le empezaba a recorrer por la espalda.
Unos minutos después llego Lucía, sonriente como siempre, con el pelo negro y largo, una remera vieja y sandalias. En realidad no importaba como estuviese vestida o que se hiciese en el pelo, para Raúl ella era siempre hermosa, la sola mirada con sus ojos oscuros hacia que todo lo demás dejase de importar.
Hizo las presentaciones de rigor, se despidió de sus amigos y comenzaron a caminar tomados de la mano.
Como casi siempre lo hacían, cuando estaba lindo el tiempo, optaron no ir por el camino sino que prefirieron caminar por el pasto.
Para él la felicidad no era eterna, no estaba presente siempre, sino que eran momentos. Momentos como ese que estaba pasando con ella. Se sentía lleno, vigoroso, con una alegría interior imposible de describir, que el no necesitaba describir porque era su felicidad y no necesitaba más que disfrutarla para si, sin tener que andar poniendole nombre.
El clima cálido del parque empezaba a contrastar con el frío que le corría por el cuerpo, el leve hormigueo llegaba ahora hasta las rodillas pero no era algo de que preocuparse, estaba todo bien, Lucía, la caminata, el aroma de las flores, el canto de los pájaros, todo era casi onírico.
Lucía le contaba como le había ido en el trabajo y pronto se pusieron a planificar su futuro cercano, de irse a vivir juntos, del color de las paredes o hasta de como le pondrían al perro. Empezó a caminar un poco encorvado debido al dolor, no quiso decirle nada a Lucía para no preocuparla. Sentía la boca pastosa y el olor de las flores le causaba un poco de rechazo. Siguieron caminando un poco más rumbo al rosedal. Le costaba ver más allá de unos cuantos metros, veía como una neblina que lo cegaba. No supo bien en que momento dejo de sentir la mano de Lucía, supuso que fue cuando ya de encorvado las rodillas le tocaron el pecho, al verse las manos se las notó escamadas al igual que el resto de su cuerpo.
Se arrastraba por el suelo y a su paso dejaba un rastro húmedo, vio a Lucía con la mirada perdida como buscándolo, intentó gritarle, decirle que él estaba ahí pero no le salió más que un sonido gutural casi imperceptible. Se movió como pudo al borde del camino evitando los pasos que a esa altura serían mortales.
jueves, 13 de junio de 2013
lunes, 10 de junio de 2013
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