viernes, 20 de septiembre de 2013

El paso a paso

Porque las cosas cuando se hacen con amor, el ingrediente principal es el cariño - ah y un poquito de whisky

miércoles, 18 de septiembre de 2013

viernes, 13 de septiembre de 2013

Yo y ella...



navegamos en esa pequeña embarcación que fuimos construyendo juntos. Al principio pensamos en hacer un barco más grande, un yate, un velero, un crucero, pero eso haría que estuviéremos que estar más lejos el uno del otro, uno atendiendo la cabina y el gro la sala de máquinas, de proa a popa sería mucha la distancia y tendríamos que gritarnos para poder escucharnos.Entonces nos decidimos por una embarcación más pequeña, que nos diera el espacio para entrar los dos y nos tuviéramos siempre cerca.
Como toda embarcación hay que saber dominarla, como toda embarcación tiene sus mañanas, como toda embarcación, cuando navega por aguas tranquilas es fácil llevarla pero cuando va por mar abierto y sopla el viento sur hay que saber sujetarse firme. Mentiría si no dijera que el mar bravo no da miedo, siempre esta el temor de que una furiosa ola tire a alguno de los dos por la borda o que nos hundiéramos junto con nuestra embarcación. Pero, con los años uno aprende que juntos es más fácil sobrellevar las tempestades.
Yo y ella…ella y yo, no importa el orden, lo que importa es que navegamos juntos.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario.


Durante la noche el calor invadía el cuarto, vaporoso y denso hacía que dormir fuera casi imposible. A las siete, cuando sonó el despertador viejo y destartalado, Pedro se despertó mal humorado, el reloj sonó media hora más temprano de lo que debía sonar, de mala gana se quito las sábanas que tenía pegadas al cuerpo, no entendía porque razón el despertador había sonado más temprano, no lo podía entender. Fue hasta el baño decidido a darse una ducha que lo reanimara un poco. Mientras atravesaba el living, Tobías el gato, se le atravesaba entre las piernas y le ronroneaba. Se quitó el calzoncillo, abrió la ducha con agua muy fría. El agua helada le corría por el cuerpo pero a él no le importaba, por lo menos así se despabilaría. Estuvo un largo rato bajo el agua en la salida que tenía con los muchachos ese día.
Al salir de la ducha se paró frente al espejo empañado pensado si se afeitaba o salía con el bigote desprolijo, al final, como no estaba con ánimo, solamente peinó su larga cabellera rubia.
Mientras se preparaba el desayuno Tobías no dejaba de molestarlo, se ve que él también había pasado una mala noche. Se terminó de vestir y salió por el viejo portón despintado. Tobías se lo quedo mirando a través de la ventana mientras le movía la cola y le ladraba desde adentro. Qué día loco pensó Pedro.
Mientras se dirigía al boliche, donde había quedado con sus amigos de juntarse para su salida mensual de pesca, caminaba por la vereda del lado de la sombra, porque ya el sol entraba a picar el lomo y como había salido sin gorro no quería quemarse la calvicie que ya le había ganado gran parte de su cabeza. Por suerte la noche anterior ya había dejado todos sus artes de pesca en el boliche, lo que le permitía ir tranquilo tomándose unos mates mientras saludaba amistosamente a los vecinos que se le cruzaban por el camino. Las vecinas más atrevidas comentaban lo bien que le quedaba la barba pelirroja prolijamente afeitada.
Al llegar al boliche, la vieja camioneta Chevrolet de chapa amarilla oxidada calentaba el motor esperando a los excursionistas. Felipe el dueño de la camioneta estaba adentro del boliche comiéndose un salamín que bajaba con una grapita mañanera. El resto de los muchachos terminaba de preparar cada uno sus cosas. Pedro, como hombre precavido y organizado que era, ya había dejado todo pronto.
Cuando estuvieron todos prontos fueron subiendo a la Chevrolet, si bien el viaje no iba a ser largo se prepararon una picadita de salame y queso que fueron comiendo en una improvisada mesita que hicieron con un cajón viejo de feria. El sol ya les empezaba a pegar fuerte, pero entre vino y vino sobrellevaban sin mayor complicación el calor. Cuando llegaron a destino, casi dos horas después de la partida, se bajaron de la Chevrolet todos mojados por la lluvia que no había dejado de caer desde la partida. Pedro volvió a pensar "qué día raro".
El paraje era un lindo lugar por donde corría un arroyo con una pequeña playa de arena, río abajo los árboles se colgaban sobre el agua haciendo una bóveda cerrada que no dejaba pasar casi la luz del sol. Para el otro lado del arroyo, alejado se veía un viejo puente de tren, que por el aspecto que tenía seguramente hacía muchos que no tenía tránsito alguno.
Mientras todos aprontaban sus cañas, Luis iba juntando ramas para preparar el asado del almuerzo, Luis prefería hacer de cocinero que dedicarse a la aburrida tarea de andar perturbando la vida de los peces, además él se consideraba vegetariano. 
La nieve caía perezosamente sobre el campo, cubría de un manto blanco todo alrededor y el frío penetraba la gruesa capa de ropa que tenían puesta. Pedro distraído por la pesca pensaba que algo no andaba bien. Unos niños de una escuela cercana hacían muñecos de nieve y pedían plata para el judas.
Al mediodía la pesca iba linda, José llevaba sacados tres bagres y un surubí; Felipe unas cuantas tarariras y Pedro dos conejos y cuatro pollos. El sol caía plomo sobre ellos y el calor sumado a la lucha de la pesca los tenía exhaustos. Por suerte para ellos Luis ya tenía pronto el guiso de lentejas que con mucho esmero había preparado la noche anterior. Se sentaron todos al rededor de la fogata a disfrutar del exquisito strogonoff de pollo, que devoraron rápidamente bajándolo con un vino en damajuana de dudosa procedencia. Luego de una sobremesa entre bromas se dicidierón seguir con la cacería.
A Pedro había algo que le seguía resultando extraño, a los demás nada parecía importarles, seguían como si nada jugando a los bolos. Luis en un rincón que formaban unos árboles de monte autóctono aprovechaba a tomar una siesta, hasta que un coco que cayó de una palmera casi le pega en la cabeza.
Para las seis de la tarde el granizo se hacía sentir sobre las espaldas de los hombres. Ya cansados, pero con la satisfacción de una buena pesca empezaron a juntar sus cosas. Felipe prendió la vieja Ford para que fuera calentando, José terminaba de limpiar el último de los tiburones que había pescado; José con esmero lavaba la vajilla de porcelana donde un rato antes habían tomado el té con masas y Pedro mientras guardaba meticulosamente sus cosas dentro de su mochila pensaba que algo en todo eso no cerraba.
Felipe los apuraba nervioso porque veía como el cielo se cerraba y por el horizonte se veía venir un huracán. Todos se subieron rápidamente a la camioneta antes de que el tornado los alcanzase. Felipe puso a prueba a su nueva camioneta, no quería que nada dañara a su flamante Toyota. Mientras el vehículo corría peligrosamente por los caminos de barro, los hombres adentro jugaban al truco y tomaban vino. El sol de la tardecita encandilaba a Felipe, que como podía con una mano manejaba, con la otra veía sus cartas y con la otra batía unas claras de huevo a punto de nieve. Pedro absorto miraba todo aquello y seguía sin poder entender.
Cuando llegaron por fin al boliche, todos un poco borrachos por el ron que tomaban desde la mañana, se bajaron los cinco de la camioneta cansados por la agotadora jornada de cacería. 
Pedro se despidió de sus amigos, volvió caminando por la misma calle que había transitado por la mañana, las vecinas lo saludaban con desprecio y mal humor. Al llegar a su casa, al verlo entrar, Tobías cantaba y movía las alas de alegría. Pedro seguía con esa sensación de que algo no andaba bien.
Se saco la ropa sucia, mientras dejaba correr el agua de la ducha. Luego de bañarse atravesó el living a oscuras, un aire frío corría por una ventana abierta, el único sonido que se sentía era el de Tobías correteando en rueda dentro de su jaula. Llego al cuarto, rodeo la cama, se sentó en el borde de la cama mientras miraba el despertador y seguía sin poder entender como el despertador había sonado media hora más temprano.

martes, 10 de septiembre de 2013

Tersas Armonías


Estimado Luis Julio:
Soy parte del selecto grupo de oyentes de su prestigioso programa radial "Música Clásica, alimento del alma". Por intermedio de esta misiva quiero hacerle saber de un error, supongo involuntario, que en su afamado programa se dio la semana pasada. Como recordará, la semana anterior en su alabada audición, se anunciaba el concierto del cuarteto de cuerdas "Tersas Armonías", en los salones de la Sociedad Filantrópica Teresita Mignone, dicho salón se anunciaba en la calle Los Churrinches 5760.
Con mi señora, María Marta, nos aprontamos entonces a concurrir el sábado a la noche a dicho evento. Como habitualmente lo hacemos, con María Marta, nos preparamos para ir a la gala, yo con mi traje de fiesta y zapatos esmeradamente lustrados; ella con un vestido de raso, zapatos comprados en Paris y tapado de visón.
A la hora acordada partimos en nuestro Mercedes Benz a la cita, como desconocía la dirección utilice el GPS del coche para poder guiarme. Luego de andar un largo trecho los caminos se volvieron un tanto más inhóspitos, las calles oscuras y descampadas pronto se volvieron caminos entre pastos altos, al cabo de un rato llegamos a un pequeño dentro urbano, de casas derruidas y paredes húmedas. Siguiendo con las indicaciones del GPS encontramos por fin el lugar. Si bien el según lo anunciado, el concierto debía ser en la Sociedad Filantrópica Teresita Mignone, nos llamo la atención, que el precario cartel colgado sobre la puerta de entrada rezaba "La Cueva del Tolo". De todas maneras, como ya habíamos conducido un largo rato y a pesar de lo desaseado del lugar, decidimos entrar a disfrutar del concierto. Después de todo la cultura no tiene porque tener un lugar especial para tocarse ya que la música se siente con el alma, no así el ruido que provenía desde dentro del local, que seguramente se sentía a dos cuadras.
Al ingresar al lugar, un señor de aspecto tiñoso, algo brusco y de mal humor nos vendió las entradas. Entre el sonido elevado poco pude distinguir lo que el señor me hablaba, como al pasar capte las palabras hard, heavy, infierno y Satán. A los gritos pude pedirle al señor el programa de la velada, se río y en un papel, que daba toda la impresión que se trataba de una fotocopia, se podía leer las orquestas que iban a amenizar esa velada, infructuosamente trate de hallar al cuarteto Tersas Armonías entre quienes iban a deleitar la noche. Supusimos, con María Marta, que el cuarteto sería la sorpresa del evento y por ello no se encontraba en la lista junto a Invocación a Satán, Cuchillo Sangriento o Apestosas Criaturas.
Antes de descender por la angosta escalera, sucia, oscura, de la que ascendía una fetidez vaporosa propia del viaje infernal de Dante; note que a María Marta la tenían con las manos apoyadas contra la pared mientras la cachaban en busca de armas de fuego o cortes carcelarios, en ese momento me pareció un tanto precario, y porque no exagerado, el sistema de seguridad con el que contaba el ya sospechoso lugar. 
Luego del cacheo pertinente hacia mi persona, en el cual amablemente un caballero se dispuso a sacarme las llaves del auto, suponiendo yo en ese momento, que dicho caballero además de guardia de seguridad también hacia las veces de valet parking.
Descendimos por la oscura y fétida escalera, unos pegajosos pasamanos nos sirvieron de apoyo hasta alcanzar por fin el salón. 
Debo confesarle estimado Luis Julio, que ya a esa altura de la noche sospechaba yo que en ese lugar no iban a sonar las dulces y embriagantes melodías de Tersas Armonías. Más aun cuando le pregunte a un muchacho sobre que orquesta, grupo de vientos, o cuarteto bocal era el que abriría la velada y este, en forma poco cortés, me anuncio que la próxima banda era un grupo hard rock lésbico llamado Clítoris Asesino. La cara de María Marta en ese momento se desdibujaba entre asombro o asco, no tanto por la actitud un tanto amorosa de la chica de la batería con la cantante, sino porque se dio cuenta que un gran roedor roía con esmero el taco de uno de sus zapatos.
Para salir de tan penoso momento trate de encontrar al maître y pedirle una botella de champagne Ruinart o en su defecto un Shiraz Barossa Velley 1967, algo donde lavar el mal transe. Infructuosa tarea la de hallar al maître, ni que decirle Luis Julio, que el local no contaba ni siquiera con camareros. 
Mientras en el escenario, Clítoris Asesino emitía violentos sonidos, algo parecido a música, pero que difícilmente entrara en esa categoría, intentamos acercarnos a la barra para pedir un trago. Luchando por llegar, los muchachos del salón danzaban al mismo violento ritmo que provenía de plató. Al fin llegamos y pude pedir primero y gritar luego al señor que regenteaba el expendio de bebidas, que nos sirviera una copa de algún licor que nos revitalizara un poco a mí y sobre todo a la ya azorada María Marta. El mesonero, supongo yo que debido a lo elevado de la música, no entendió mi pedido y lo único que nos alcanzo fue una botella de cerveza y dos vasos de plástico. Ante mi sorpresa y tal vez por el desconocimiento que tengo por la cerveza, bebida que únicamente he probado en mis viajes a Amsterdam o Munich, abone la cerveza con mil pesos y no recibí cambio, sinceramente no hacía tan cara la cerveza en nuestro país. A pesar de los rastros de babosas sobre el mostrador y de que tuvimos que sacar una cucaracha dentro de mi vaso, la sed pudo más y terminamos por degustar el licor de cebada y lúpulo. 
Luego de terminarnos nuestra bebida supusimos que el cuarteto Tersas Armonías no se iba a presentar esa noche, decidimos regresar. Entre empujones, gritos e insultos tratamos de encontrar la escalera, que ya a esa altura parecía el mismo ascenso al cielo. Supongo yo que a causa de la cerveza me dieron ganas de orinar, le dije a María Marta que se adelantara mientras yo buscaba un baño donde evacuar mis necesidades. Vi a María Marta subir penosamente la escalera mientras yo pude distinguir la puerta del baño. Al llegar me di cuenta que era LA puerta del baño, y se lo pongo en mayúsculas Luis Julio, ya que era la única puerta del único baño del lugar. Hombres, mujeres y seres de sexo indefinido hacían usufructo del mismo recinto. Estoy seguro que ese lugar no ha recibido en mucho tiempo ni la inspección de sanidad correspondiente, ni la visita de ningún estilista. Las paredes con azulejos sucios y desgastados, las piletas rotas, las canillas de plástico perdían agua por todos lados. El inodoro inexistente, en su lugar un agujero en el piso cumplía su función. Cuando me disponía a hacer mis necesidades siento que alguien me respiraba cerca, muy cerca, casi en la nuca, sentía un susurro, al darme vuelta, un señor con gorra de policía, lentes oscuros, bigotes, campera negra de cuero, sunga de leopardo y un látigo me sacaba la lengua me quiso besar. Intenté explicarle al caballero que seguramente debido a los lentes oscuros se había confundido de persona, no sé cómo, pero logré zafarme de tan incómoda situación. Antes de retirarme del baño pude percatarme de algo que nunca había visto en mis setenta y ocho años de vida, unos jóvenes que no sé porque motivo estaban aspirando harina por la nariz, trate de explicarles que eso no se consumía así y los chicos se ve que me confundieron con alguna secta o de esas llamadas tribus urbanas porque me llamaron de viejo falopero.
Salí como pude del sótano, subí las escaleras pegajosas, sorteando a unos muchachos que vomitaban.
Al salir del local trate de ubicar a María Marta, grite su nombre, trate de llamarla al celular pero ya no estaba en mi bolsillo lo mismo que mi billetera. Camine unos paso y creí sentir su voz, efectivamente era ella, sentada en el cordón de la vereda tomaba del vino en caja que unas delicadas damas le habían ofrecido. Al acercarme más, pude percatarme que dichas damas no eran otras que las que antes estaban sobre el escenario, más que por su aspecto, me di cuenta que eran ellas porque la baterista seguía amorosamente muy mimosa con la vocalista.
Tratamos de encontrar el coche, que seguramente el valet parking, que además era de seguridad, celoso de su trabajo se lo había tomado tan en serio que se lo había llevado a algún lugar más seguro.
Por surte las chicas de la banda contaban con vehículo propio y nos acercaron en su combi a nuestro hogar. 
Luego de esta infortunada noche, mi querido Luis Julio, he sacado algunas conclusiones: la primera, el chico del valet parking jamás me devolvió el coche; la segunda, las chicas de Clítoris Asesino se toman muy a pecho lo de la hospitalidad y desde hace unos días las tenemos viviendo en casa.
Y por último, mi estimado amigo Luis Julio, quiero hacerle notar del error que cometió en su audición de la semana anterior y trata de revisar mejor los anuncios donde se realizarán los conciertos viejo trolo.

PD. El Mercedes apareció incendiado en una cuneta.

martes, 27 de agosto de 2013

La nefasta influencia de las redes sociales en la disminución de la población de los osos panda.


Nadie duda que internet como fenómeno social está incursionando cada vez más en nuestras vidas, las redes sociales muchas veces desdibujan la frontera entre lo virtual y lo real. Lo que les paso a contar es algo que me sucedió en mi notebook, la cual la uso tanto en mi trabajo como de esparcimiento en mi casa. Hace ya un par de semanas me encontraba utilizando el ya famoso FACEBOOK y al parecer debido a la nueva "graphic app" Facebook instala en las máquinas de todos sus usuarios un archivo oculto de los llamados troyanos o virus que vulnera la seguridad de las máquinas dejando al descubierto la lista de contactos del usuario. Seguramente la mayoría de las personas no se percate de ese detalle, pero cada vez que alguien le da me gusta a alguna publicación todos sus contactos quedan registrados en ese archivo. Lo realmente complejo, es que además quedan registrados todos los comentarios y las fotografías.
TENGAN CUIDADO!!! a cualquiera de ustedes les puede pasar lo mismo. Solo con dar me gusta a cualquier publicación les puede estar sucediendo lo mismo que a mi. 
En mi caso, al principio parecía todo normal. Hace unos días noté que gente que no conocía estaba haciendo comentarios en mis publicaciones. Al principio me pareció raro pero no le di mucha importancia ya que no soy un usuario muy experto en redes sociales. 
Un lunes a la mañana, lo recuerdo bien porque tenía una reunión de trabajo con un cliente, Safari comenzó a comportarse en forma errática, ya no me abría ciertas páginas y en algunos casos me re dirigía a nalgascachondas.com, lo cual me trajo ciertos problemas en mi trabajo y mi cliente se llevo una impresión un tanto equivocada de mi persona. 
A los dos días de esto fui a abrir un archivo de Word, me salió un mensaje de error y me abrió el Solitario. Mi jefe un tanto ofuscado no entendía de razones, hacía pocos días me encontró navegando por páginas pornográficas y ahora estaba con el Solitario abierto.
Con los días las cosas se pusieron más complicadas, me encontraba retocando una foto en Photoshop para una revista de arte, aparentemente estaba saliendo todo bien pero para cuando salió de la imprenta, donde tenía que haber una foto de un mural de un artista conocido de la ciudad aparecía una imagen de Batman ordeñando a una vaca, imagínensen el gran problema en el cual me encontraba, se tuvo que reimprimir nuevamente la publicación y tuve que hacerme cargo de los gastos. Obviamente que no entendía donde estaba el problema, hasta ese momento no hacía la asociación de que todos esos problemas se debían a un virus instalado en mi máquina.
Un día de tormenta la máquina sin ningún tipo de explicación empezó a darme choques eléctricos, al principio eran solamente en forma de estática y no le di importancia ya que pensé que debido a la tormenta se estaba generando un campo electromagnético, pero luego la corriente fue aumentando y los choques eléctricos se hicieron más potentes, tuve que dejar de trabajar cuando las descargas comenzaron a provocarme quemaduras en las manos y dedos. 
Luego de curarme las quemaduras regrese para terminar el trabajo que estaba realizando, note que los parlantes semitían un leve sonido, casi un susurro, supuso entonces que se había activado algunos de los programas de audio o tal vez sería alguna de esas páginas web que tienen sonido de fondo. Como el sonido no era molesto y estaba apurado por terminar el trabajo, lo dejé como si se tratara de una música de fondo. No sé en qué momento sucedió, pero el sonido fue aumentando y no se trataba de música sino más bien parecía el sonido ronco de un motor. Y debo confesar que a partir de aquí los fenómenos que se sucedieron comenzaron a asustarme realmente. El sonido ronco que antes se parecía a un motor, ahora se escuchaba como una voz profunda, pude distinguir cierta cadencia en el tono y me percate que lo voz me hablaba, al principio casi ininteligible pero luego pude reconocer que me estaba dando la formación de Fénix de 1947, supuse entonces que alguna radio estaba haciendo interferencia con mi computadora, pero luego claramente me comenzó a insultar, ya no cabía ninguna duda, un virus se había apoderado de mi máquina.
Consulté entonces con gente experta acerca de lo que me estaba sucediendo y me recomendaron instalara un antivirus, uno de un oso panda. Mientras tanto la situación seguía empeorando y el virus ya se había propagado a otros dispositivos de mi casa, primero al celular que sorprendentemente apareció con todas las teclas desordenadas y cambiadas de lugar, lo cual me dificultaba al hacer llamadas además cada vez que discaba cualquier número, sin importar a quién llamara, el celular como cobrando vida propia insistía en llamar al Juego de la Cédula, lo que me tajo aparejado una abultada suma en el estado de cuenta de la compañía telefónica. 
Lo más extraño de todo hasta ese momento me sucedió un sábado a la noche en el que me levante con a medianoche con ganas de ir al baño,  De paso decidí pasar por la cocina y servirme algo de comer. Me dirigí a la heladera, intenté abrirla pero noté que la puerta estaba trabada, tire con más fuerza, y nada. Ya despabilado intenté averiguar cuál era el motivo por el que la heladera no se abría, no encontrando ninguna razón lógica. Entonces tomé un barrote que guardaba tras la puerta de entrada y haciendo palanca con todas mis fuerzas logré por fin abrir la heladera y mi sorpresa fue mayúscula al ver que alguien, o algo, se me había comido media milanesa que había sobrado de la noche anterior y se había tomado una jarra de sangría que guardaba desde hacía unos días esperando que fermentara.
El punto máximo de toda esta historia me paso ayer, me encontraba solo en casa leyendo un libro y comiendo un sandwich en el living y sentí una presencia extraña, algo que no supe explicar, me levante para fijarme que era y siento algo se mueve en la oscuridad, me acerco sigilosamente al comedor que se encontraba en penumbras y de repente como si fuera un viento fuerte siento que alguien me toca el culo. Era el virus en cuestión, estaba ahí parado, mirándome inquisitivo, como esperando algo.
Corrí desesperado a encerrarme en el baño, de camino recordé lo que me comentaron del antivirus así que tome la computadora y comencé a instalarlo.
A las dos horas salí de mi encierro ya con el antivirus instalado. Miré por todos lados y no vi a nadie, no quedaban rastros ni del virus ni del sandwich.
Cuando parecía que todo había vuelto a la tranquilidad veo que el virus estaba en la cocina con el panda del antivirus comiéndose unas pizas y tomando cerveza. Le increpé a ambos el hecho de que las pizas las habían pagado con mi dinero, ambos me miraron de reojo, el panda eructo y el virus me mando a cagar.
Estoy desesperado, ya no se qué hacer, tengo a los dos instalados en casa. El panda se mamo y me vomitó la alfombra del living, por mi que se vaya a cagar Greenpeace, yo al oso le encajo un tiro.
Tengan cuidado con las redes sociales, todo puede comenzar con un simple "me gusta" y puede terminar en un baño de sangre.