Regresaba de trabajar agotado como casi todos los días, puso la llave en la puerta y notó que le daba un poco más de trabajo que de costumbre. Al fin la puerta cedió y pudo entrar, el perro salió a su encuentro contento moviéndole la cola, una escena que le hubiera parecido de los más normal sino fuera porque no tenía perro, pero estaba tan cansado que no se detuvo a pensar en ese detalle.
Desde la cocina el aroma de la cena preparándose invadía toda la casa. Se acercó y la vio a ella de espaldas con un rodete en el pelo. Se arrimó, la tomó por detrás y ella se asustó. Algo le dijo pero no la escuchó, todo le parecía agotador y lo único que quería era llevársela a la cama.
Desde la cocina el aroma de la cena preparándose invadía toda la casa. Se acercó y la vio a ella de espaldas con un rodete en el pelo. Se arrimó, la tomó por detrás y ella se asustó. Algo le dijo pero no la escuchó, todo le parecía agotador y lo único que quería era llevársela a la cama.
La agarró de un brazo y quiso llevarla al cuarto, ella al principio mostró un poco de resistencia, supuso él que quería terminar la cena antes de irse a la cama. Pero estaba decidido. Intentó sacarle la ropa allí mismo, ella no quería, el sabía que a ella le gustaba el juego previo, la acarició y beso suavemente, la tomó con cariño por las muñecas y deslizo sus labios por su cuello, notando que la respiración de ella se hacía más intensa porque le gustaba todo aquello. Le arrancó la ropa apasionadamente arrojándola al suelo.
Sobre la hornalla la cena se empezaba a quemar y el perro no dejaba de ladrar pero la pasión ahogaba todos los sentidos. La apoyo contra la mesada, él ya se había sacado la camisa y sus pantalones quedaron junto a la ropa de ella en el piso de la cocina.
Sobre la hornalla la cena se empezaba a quemar y el perro no dejaba de ladrar pero la pasión ahogaba todos los sentidos. La apoyo contra la mesada, él ya se había sacado la camisa y sus pantalones quedaron junto a la ropa de ella en el piso de la cocina.
Con sus manos apoyadas sobre la mesada ella buscaba algo, él despreocupado le acariciaba el pelo, sus cuerpos se fundían.
Ella lo apartó un momento, él se quedó absorto mirándola fijamente a los ojos, no se dio cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Sin notar sus movimientos, luego de un instante, lo único que sintió fue el frío del metal deslizándose por su piel, la primera vez fue un ardor que le quemaba el pecho, después de la tercera puñalada el dolor se fue apagando. Lo último que vio antes de que sus ojos se llenaran de oscuridad fue el filo del metal cubierto de sangre, cayó de rodillas sobre las baldosas de la cocina, con sus manos trató de contener la sangre que salía de su pecho, trato de incorporarse pero ya no tenía fuerza para nada más, su cara golpeó el suelo y en el último aliento trató de pedirle perdón, se ahogaron sus palabras pensando que hoy había sido un mal día.
Ella llorando llamaba a la policía, no entendía como ese hombre había entrado a su casa. Sobre la hornalla la comida se volcaba de la olla.
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