A la tarde el cielo comenzó a
cerrarse, la lluvia se avecinaba como un presagio.
Luego de un rato la pesca mermó, al
tiempo que las nubes se iban oscureciendo. Cuando estaba a punto de
marcharse sintió vibrar la tanza, la caña de arqueo la tomó con
ambas manos, dejó ir un poco de línea y la volvió a recoger. Se
aferró con fuerza, por la lucha que daba el pez notó que se trataba
de algo muy grande.
La lluvia comenzó a caer primero suave
luego ya con más fuerza.
La lucha se hizo intensa, la caña
crujía, las gotas de sudor se confundían con las de lluvia. A lo
lejos los truenos sonaban y si no fuera por los relámpagos ya casi
nada se veía.
Se afirmo con fuerza, las manos
callosas le sangraban, se metió al agua, primero hasta las rodillas
y luego hasta la cintura. Un rayo cayó cerca pero no quería
rendirse.
Los truenos sonaban cada vez más
fuerte. La sangre caía lavada por sus muñecas.
De repente un sonido ensordecedor
acompañado por una fuerte luz y el rayo que bajó directo a la caña.
Se silencio todo y luego el tirón fue tan fuerte que ya no pudo
mantener los pies aferrados al barro, voló junto con la caña dentro
del río, un grito desgarrador apagó los truenos.
A los días su cuerpo apareció con la
boca destrozada y el cuchillo clavado en el cuello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario