- Guau, guau, guau.
- Guau, guau.
- ¿Qué haces Roque?
- ¿Cómo andás Rambo?
- Y, acá, vengo de correr aquella moto que recién paso.
- Si ya te veo medio agitado.
- ¿Y qué querés? ya tengo nueve años y viste que la edad tiene sus cosas.
- Y bueno, vos por lo menos podés andar correteando por la calle.
- Cierto, hay otros que por ahí se la pasan encerrados, como el chiquito marrón de la casa de acá a la vuelta.
- ¿Cuál, el de la casa con el murito grafiteado?
- Si ese.
- Si pobre.
- ¿Pobre? que no lo dejen salir es lo de menos. El otro día me enteré como le pusieron. Ositocito
- ¿Lo qué?
- Si, así como lo escuchás.
- ¿Pero quién fue el hijo de puta que le puso ese nombre?
- La dueña.
- Pero no se puede ser más yegua. ¿Cómo va a denigrar al pobre animal. Te juro que estas cosas me calientan.
- Ta calmate Roque.
- ¿Cómo querés que me calme? ¿Vos sos consciente del daño intelectual que se le está haciendo a ese pobre bicho? ¿Qué le pasaba por la cabeza a esa mujer cuando le puso el nombre?
- ¿Y qué se yo? se ve que tiene problemas.
- Si ta, problemas tenemos todos, yo por ahí me levanto un día cruzado y a lo sumo te pego una mordida en los talones, pero jamás te saltaría a la yugular. Pero lo de esta mujer es despreciable.
- Ta tranquilo Roque, la tipa lo alimenta, lo acaricia y lo quiere.
- Mira vos, Hitler también quería al perro, pero eso no lo hacia mejor persona.
- Uh ta, tampoco te me pongas así de drástico.
- Drástico nada Rambo. Porque uno será un animal, pero lo mínimo que se le debe es un poco de dignidad. Porque yo te cuido la casa, te juego con los pibes, pero vos por lo menos poneme un nombre decente. ¡Con qué cara anda ese animal por el mundo?.
- Es que no anda por el mundo, si ni pasa el murito.
- Y si qué va a salir, vergüenza debe sentir el pobre. Después pasa lo que pasa.
-¿De qué hablás?
- ¿Cómo de que hablo? ¿Vos te acordás del obejero de la otra cuadra? Que le habían puesto Robert y como el botija chico no le salía Robert le decían Titito...Titito!. ¿Vos sabés lo qué sufría el pobre Robert cada vez que le decían Titito? Semejante bicho y le decían Titito. El tipo enloqueció, arrancó de a poco mordiendo las pantuflas, después se comía las patas de las sillas, hasta que un día les destrozo todo el living y ahí lo mandaron para el campo.
- Si, cierto. Hasta dicen que les faltó dinero.
- Na, ese era el marido de la doña, que era medio bandido y se iba de putas con la guita de la vieja y le echaba la culpa al perro.
- Y si, ahí tenés como pasan las cosas.
- Después que no se queje la dueña el día que Ositocito le pegue una mordida en la mano, porque todo bien con eso de que uno no debe morder la mano que lo alimenta, pero todo tiene su límite.
- Ta Roque, calmate. Por lo menos no estamos en China, que ahí sí no te ponen ni nombre y encima terminás siendo el plato principal del almuerzo.
- Mirá, prefiero no tener nombre y terminar con un rabanito en el orto a que me pongan un nombre de mierda.
- Bueno Rambo me voy que ahí vine el pibe del delivery y lo tengo que corretear un rato.
- Dale anda y cuidate que estos andan como locos.
- Guau, guau.
- Guau, guau, guau.
No hay comentarios:
Publicar un comentario